Esta es tu rutina de cuidado facial ideal a los 30 años
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Si además de descubrir horrorizada una cana tras otra ya emites suspiros viejunos al levantarte del sofá, felicidades: has llegado a la treintena. En esta etapa se supone que ya sabemos lo que queremos en una relación de pareja y disfrutamos de un mayor nivel adquisitivo que en nuestros 20. El problema es que todo ello viene aderezado con unas arruguitas incipientes alrededor de los ojos y las comisuras de la boca. Y eso no nos gusta.
Por lo tanto, si notamos que nuestra piel cambia con la entrada a la treintena, eso significa que también deberemos hacer un update de nuestra rutina facial para adaptarla a esta nueva era de madurez y sabiduría máximas.
Esto es todo lo que necesitas saber sobre tu rutina facial a partir de los 30 años. ¡Empecemos!
Qué cambia en nuestra piel cuando llegamos a los 30
Cuando llegamos a los 30, la piel no realiza sus funciones de manera tan eficaz como lo hacía cuando teníamos 20. Esto se debe a las diferencias hormonales existentes, al estrés, a todo el daño solar acumulado y a esos hábitos negativos que quizás no hayamos descartado del todo (pista: ya va siendo el momento de hacerlo).
A esta edad puedes notar un cambio en el estado de tu piel, notar cómo pasa de seca a grasa o viceversa, comenzar a tener acné quístico, o apreciar como esas pequitas o manchas solares se hacen más visibles. Así que es el momento clave para empezar a cuidar la piel para prevenir males mayores.
Cómo debe ser una rutina facial a los 30
Quizás durante tus 20 no le hayas prestado demasiada atención al cuidado de la piel, pero ahora es el momento de empezar a dedicarle más tiempo y cariño.
La rutina facial en tus 30 se compone de dos partes: la mañana y la noche. Durante la rutina de mañana nos centraremos en la protección, compuesta por antioxidantes y filtros solares, y durante la noche en su reparación, donde introduciremos activos antiedad como el retinol o los ácidos exfoliantes.
¿Es demasiado tarde empezar a cuidar nuestra piel a esa edad?
Está claro que si has sido especialmente duro con tu piel durante tus 20, esto repercutirá en su aspecto cuando llegues a los 30. La prevención es la clave. Pero nunca es demasiado tarde para empezar a usar a usar un protector solar a diario o limpiar tu piel de forma adecuada para prevenir brotes.
Cuál es el activo más interesante que podemos incorporar a nuestra rutina
Si eres un skincare freak ya sabrás que el activo antiedad por excelencia es el retinol. Si sólo pudiera elegir uno o tuviera una rutina súper minimalista, iría a por un retinoide de cabeza. Es el que cuenta con mayor evidencia científica y ataca casi todos los signos de la edad.
Otros factores importantes que influyen muchísimo en el aspecto de tu piel
Tus hábitos de vida tienen igual o mayor influencia en el aspecto de tu piel que tu rutina de skincare. Mantener una rutina de sueño adecuada que te permita dormir unas 7 u 8 horas cada noche y llevar una dieta equilibrada rica en alimentos frescos y vegetales son aspectos clave. El consumo de tabaco o alcohol degradan las células de la piel (y las de todo el cuerpo), y lo mismo ocurre con la presencia de estrés prolongado en tu vida: lo mejor es tratar de eliminarlos por completo.
Esta es la mejor rutina facial a partir de los 30
A continuación, esta es la rutina facial que no te fallará cuando llegues a los 30.
Mañana
1. Limpieza ligera (o sólo con agua)
La limpieza facial de la mañana debe ser muy suave, ya que la piel está libre de restos de maquillaje o protector solar gracias a la limpieza profunda de la noche anterior.
La piel a los 30 comienza a tolerar peor las agresiones externas, y puede volverse más sensible y reactiva al simple hecho de lavar el rostro con un gel. De hecho, si notas que es demasiado para ti puedes incluso prescindir del limpiador facial y enjuagar el rostro sólo con agua por la mañana.
En caso de que quieras utilizar un producto limpiador, que sea muy suave con la piel. Puede tener el formato que prefieras (gel, crema, aceite…), tan solo asegúrate de que no sea comedogénico ni sientas tu piel tirante tras utilizarlo.
2. El sérum de vitamina C
En este momento del día es especialmente interesante introducir un sérum de vitamina C. Con su uso diario y en conjunción con un protector solar facial cada mañana conseguimos combatir los radicales libres que provocan la oxidación de las células de la piel, además de atacar todo el daño solar acumulado en forma de manchas que empieza a relucir a partir de los 30.
3. La crema hidratante
El paso de la crema hidratante facial no es negociable, especialmente cuando notas que tu piel ya no es lo que era en cuanto a niveles de hidratación. Si después de lavarte el rostro sientes tirantez, ademas de cambiar de limpiador facial, tu piel te está mandando una señal para que la ayudes a retener el agua que se le escapa.
Usa una crema hidratante después de tu sérum y antes de tu protector solar. Si tu piel es grasa te recomiendo un gel hidratante, y si se decanta por el lado más seco de la vida entonces usa una más densa y rica en aceites.
4. El protector solar facial
Este es el gesto que marca la diferencia para tu piel durante el resto de tu vida adulta. El mejor producto antiarrugas que existe es el protector solar, y si lo comienzas a utilizar a diario a partir de los 30 vas a pavimentar el camino para conseguir una piel mucho más sana (y con menos signos de la edad) en tus 40 y 50.
Usa un protector solar facial que se ajuste a tus necesidades, pero que siempre sea de SPF +50 y de amplio espectro, para que te proteja de todos los tipos de rayos solares. Si tienes la piel grasa opta por uno en acabado tacto seco o formato gel, y si tu piel es seca opta por uno más hidratante.
Actualmente existen protectores solares faciales que ya incorporan activos para una protección extra contra la degradación de las células cutáneas, con complejos antioxidantes y otros ingredientes calmantes.
Noche
1. El desmaquillante
Como seguramente utilizas maquillaje o protector solar a diario vas a tener que realizar una doble limpieza por la noche. De este modo vas a retirar todos los restos de suciedad y polución que se hayan acumulado a lo largo del día.
Y no, utilizar maquillaje a diario no es perjudicial en ningún caso. La piel no absorbe el maquillaje ni nada por el estilo. Lo que sí es importante es retirarlo por completo para evitar que los poros se taponen y así impedir la aparición de puntos negros.
Puedes usar el tipo de desmaquillante que más te guste: un agua micelar, un aceite limpiador, una leche desmaquillante… Todo dependerá de tus gustos con respecto a la textura y el acabado sobre la piel.
2. El gel limpiador facial
Para completar la doble limpieza deberás usar un gel limpiador facial, espumoso o en crema, para retirar por completo cualquier residuo que haya quedado sobre la piel. Recuerda, necesitas que la piel esté completamente limpia para comenzar a introducir activos e ingredientes oclusivos para evitar brotes de acné u otros trastornos.
3. El ácido exfoliante
Como la piel ya no es tan eficiente realizando la renovación celular a los 30, debemos darle un empujoncito mediante el uso de un exfoliante facial que contenga ácidos AHA, BHA o PHA. Ojo: no significa que tengas que abusar de estos productos. Si lo haces, podrías provocarte una irritación innecesaria y contraproducente.
El tipo de ácido por el cual te decantes dependerá de tus necesidades: si tu piel es seca y le falta brillo apuesta por la familia de los alfahidroxiácidos, como el ácido glicólico o ácido láctico. Si en cambio tienes la piel grasa y con tendencia al acné, hazte con un producto que contenga ácido salicílico, el principal BHA. Y si tu piel es ultra sensible apuesta por un producto con PHA.
La frecuencia de uso la indicará en el envase, pero en el caso de productos fuertes y sin aclarado no los uses a diario, jamás. Alterna con otros activos noche sí y noche no, y si notas demasiada irritación o la piel enrojecida deja de usarlos de inmediato (o reduce su uso hasta que sí te funcione).
4. El sérum de retinol
Si existe un activo capaz de competir con el protector solar a la hora de combatir y prevenir los principales signos de la edad, ese es el retinol. Es el activo dermocosmético con más evidencia científica que lo respalda, y ataca la formación de líneas finas y arrugas, la hiperpigmentación, la firmeza de la piel y su luminosidad.
Este activo es una forma de vitamina A que estimula la producción de colágeno y elastina, las proteínas responsables de dotar de estructura a la piel. Si tuviera que elegir un único activo que incorporar en una rutina facial a partir de los 30, sería este.
Empieza con un porcentaje bajo en tu sérum de retinol, sobre todo si tienes la piel sensible. Intercala este activo en noches alternas. Usa siempre un protector solar a la mañana siguiente, y si notas que la piel comienza a descamarse o irritarse en exceso, detén su uso y pásate a un activo más suave (señal de que tienes la piel sensible).
4. La crema hidratante de noche
Como la noche es el momento de máxima reparación para tu piel, queremos que todos los activos que apliquemos queden sellados y puedan hacer su trabajo mientras le proporcionamos toda la hidratación que necesita.
Opta por una crema hidratante rica si tu piel es seca, que contenga ingredientes como el ácido hialurónico, colágeno, péptidos o manteca de karité. Si tu piel es grasa opta por un gel hidratante que sea menos oclusivo.
5. El contorno de ojos
Existe mucho debate alrededor del uso de un contorno de ojos. Aún así, si has llegado a la treintena y notas que tus ojeras están más oscuras de lo que recuerdas, quizás conseguirás buenos resultados con el uso de uno de ellos. De lo contrario, puedes utilizar tu crema hidratante sobre esta zona.
Si sientes que ahora existe hiperpigmentación alrededor de los ojos, es decir, una coloración rosada o marrón que ha ido en aumento en los últimos años, es momento de usar un contorno de ojos despigmentante y asegurarte de que aplicas tu protector solar a diario sobre la zona.
Si en cambio tienes ojeras azuladas o moradas, opta por uno que favorezca la circulación de la zona, que incluya activos como la cafeína o la vitamina K.